domingo, 17 de enero de 2010

HAITI : DE REPENTE, SALTA A LA VISTA

Grandes desastres naturales han ocurrido en el mundo, pero de los que han ocurrido durante los años que he vivido, sólo dos puedo mencionar y decir de ellos que han sido descomunales en extremo: el sunami en Asia y el que hoy nos conmueve en Haití; sin embargo, no significa que minimice los terremotos de Pakistán, en 2005 (magnitud 6.5 y más de 20,000 muertos), ni el acontecido en Nicaragua en 1972 (magnitud 6.2 y 10,000 muertos), o la tragedia colombiana en 1985, cuando erupcionó el volcán Nevado de Ruíz y arrasó con un poblado campesino de 25,000 habitantes, en el que mató a 21,000 y en otro poblado mató unos 3,000. El sunami asiático afectó a varios países, dejando víctimas mortales por más de 200,000 y gigantescas destrucciones; el terremoto en Haití, afectó a su capital y los suburbios, la destruyó literalmente entera y los muertos ya pasan los 50,000 y no se sabe el número de desaparecidos que son potenciales muertos.

Hasta el momento, no había conocido de tragedias de tal naturaleza, en las que hayan sufrido tanto pobres como ricos; gente común y corriente y personas importantes, como tampoco la destrucción de ranchos, mansiones y estructuras importantes. Con todas estas características, ocurrió esta desgracia, de lo cual nadie se ha quedado sin lamentar. Ocurrió en el país más pobre de nuestra región y uno de los más pobres del mundo. Ya mencioné las más terribles tragedias que he conocido en mi vida; ahora diré que nunca he visto en mis años, ni leído sobre los años previos a mi nacimiento, que Haití haya tenido un sólo momento de felicidad. Todos los países de nuestra región han tenido aunque sea momentos de esperanza; uno que otro momento estimulante y esperanzador. Haití sólo ha sabido sufrir. Hoy, el amor hacia Haití se desborda, principalmente y para callar a ciertos disociadores, se desborda el amor dominicano.

EL QUE TENGA OJOS PARA VER...

No quería entrar en consideraciones políticas ni religiosas; sin embargo, son temas obligados por dos razones: primero, porque ¿qué sino el sistema político es el culpable de la miseria extrema, la inseguridad ciudadana, la ausencia de normas para las construcciones y la carencia de recursos para desarrollar los proyectos de infraestructura?. ¿Cómo no incluír el tema religioso, cuando a un tele evangelista de nombre Pat Robertson, se le ocurre culpar del terremoto a un supuesto pacto con satanás que data del 1804?.

Si bien es cierto que el desarrollo de los Pueblos no puede darse sin la participación de la sociedad en su conjunto, no menos cierto es que esa participación está supeditada, tanto al grado de educación y conciencia ciudadana, como a la voluntad política y al grado de autenticidad de sus líderes; de la capacidad para estructurar un sistema político, económico y social basados en la equidad y la justicia. Nada de eso se ha dado, ni por asomo, en Haití. Y aunque el sistema político no tiene la culpa de la existencia de una falla geológica debajo de Puerto Príncipe, sí es culpable por no haber proporcionado a su población estructuras de calidad, de no haber sido previsores, siendo, en cambio, corruptos y negadores de justicia social.

El mundo entero se solidariza. La comunidad internacional, tan mencionada y apelada en situaciones de mucha menor importancia; convocada a menudo a sumarse a proyectos imperiales y guerreristas, pero disociada para evitar la aprobación de protocolos en favor del clima, ha estado patinando y amagando durante todo el tiempo para auxiliar a Haití en la tragedia que le ha acompañado toda la vida: LA POBREZA. Hoy todos acuden. ¡Qué bueno que lo hacen!. Lo que sería trágico es que se quieran sacar ventajas políticas, aprovechar circunstancias para llevar a cabo viejos proyectos en los que nos han querido involucrar a los dominicanos. No confío, para nada, en los tramposos de siempre.

Ahora diré lo que me verán repetir muy a menudo: "El que tenga ojos para ver, que vea; el que tenga oídos para oír, que oiga" (El Nazareno). El que quiera ver y oír, que vea y oiga lo siguiente: República Dominicana, siempre; Cuba durante largos años bajo el gobierno revolucionario y Venezuela, desde la asunción de Hugo Chávez en 1999, han brindado más solidaridad a Haití, que todas las potencias y que todos los demás países juntos. ¿Quién se atreve a decir que no es así?; ¿quién, excepto los detractores de esos tres países, puede decir que no es solidaridad por parte de República Dominicana, permitir una población haitiana de legales e ilegales, en su territorio; la asistencia médica desinteresada que brinda Cuba y las facilidades petroleras, comerciales y de otras índoles que ofrece Venezuela?. ¿Alguien puede decir que es hipocresía?.


PAT ROBERTSON

Cuando se desplomó la figura de Jimmy Swagart, aquel tele evangelista envuelto en escándalos sexuales, se hizo necesario el surgimiento de un sustituto con el mismo carisma y los mismos recursos escénicos que convencen y alteran las emociones del público. Siempre es necesario tener un personaje-ícono que se destaque en cada una de las tantas super estructuras imperiales. Pat Robertson sustituyó a Jimmy Swagart en la super estructura religiosa. De manera que, pedir la cabeza de Hugo Chávez, o asegurar que el terremoto en Haití se debió a un pacto con el diablo hecho en 1804, dicho desde un púlpito, frente a un podio que soporte una biblia y frente a un numeroso público presente y otro más numeroso, televidente, creen que podría surtir el efecto deseado; pero realmente lo que produce es un silencio, aunque cómplice, de las congregaciones religiosas y un rechazo tajante en la población conciente. Pat Robertson debe hablar de los brujos que, por miles, tienen consultorios en Estados Unidos; que entienda que el vudú es cultura popular haitiana, tal como cultura popular es lo que practican los brujos en Salem, Massachusetts.

Un pastor evangélico me dijo, que los haitianos están así, porque están muy alejados de Dios. ¿Es, entonces, el terremoto obra de Dios?. ¿Qué tan cerca de Dios está Estados Unidos, Alemania, Israel, Francia, Inglaterra; en fin, los países ricos, para que sean beneficiados con el bienestar?. Nadie quisiera tener polémicas ni problemas con las religiones, pero palabras generan palabras; permanecer callados es irresponsabilidad y cobardía. El planeta está resentido y la vida humana peligra. Como la biblia anuncia un gran evento apocalíptico, la idea de las religiones es que nos crucemos de brazos a esperarlo resignados, porque si lo dice la biblia, no hay nada qué hacer, viene como quiera. ¿Será por eso que fracasan Kioto y Copenhague?.

En cuestión de segundos, todo cambia para Haití. Lo que está por verse en ese país, no es fácilmente predecible, sólo se puede decir: Ahora o nunca debe haber una definición beneficiosa, aunque haya costado miles y miles de muertos. Para que haya un real beneficio, deben cesar las hipocresías y los intereses malsanos. La solución no es difícil, sólo hay que TENER OJOS PARA VER, Y OIDOS PARA OIR.