jueves, 17 de abril de 2008

HAMBRE GLOBAL Y LOS TRANSGENICOS

     Ahora, los retóricos de siempre, se preocupan por el hambre, aunque no por los hambrientos. La preocupación es más por lo que pueden perder los que tienen mucho que perder; no por el problema humano que representa. Las propuestas de soluciones lloverán a borbotones; llegarán a asumirse poses de sensibilidad y hasta surgirán falsos líderes tratando de facilitar soluciones temporales, únicamente para retardar la solución definitiva.

     Se ha llegado a un punto muy neurálgico, en el cual, como siempre que los nervios se exacerban, cualquier cosa puede pasar. Como los beneficiarios tradicionales de las crisis no ceden nada, en esta ocasión tampoco cederán; tratarán de "ayudar", calculando cómo se cobrarán luego. Los países de Africa, Asia y América Latina tienen los recursos de la tierra y humanos para producir los alimentos que sus climas permiten, sin embargo, el capital líquido (dinero), está en manos de las oligarquías, en algunos casos, y de las transnacionales, en otros casos.

     Las protestas recientes en Haití, Egipto, Filipinas, Indonesia y varios otros países africanos y asiáticos, no son casos aislados inspirados por diferentes causas; responden a una misma causa que en los días por venir se verán multiplicadas.

LOS BIOCOMBUSTIBLES ACELERARON LA CRISIS

     El invento de la producción de ethanol a partir de productos alimenticios dió un impulso de grandes proporciones a una crisis alimentaria que avanzaba de todos modos. Este salvajismo económico modificó, con su sola mención, las estructuras agroindustriales, la tenencia de las tierras con su consecuente estampida de campesinos hacia las ciudades, entre otros muchos renglones de la actividad económica de los paísesde del tercer mundo. En el caso de los que ya están atados a los TLC, la implementación de políticas complacientes son más proclives a una calamidad socio-económica, pues los nudos que atan a esos tratados, son  difíciles de desatar. El tiempo dirá si será así o no.

LOS ALIMENTOS TRANSGENICOS A LA CARGA

     Es imposible aplicar medidas de corto plazo. Los políticos tendrán que ingeniárselas para mantener la calma de sus ciudadanos, tarea en extremo difícil. Habrá que pasar por las explosiones sociales de consecuencias imprevisibles en algunos países particularmente más radicales que otros. Por eso, cualquier medida que pretenda resolver en el corto plazo, llegará tarde. La producción de alimentos mediante la manipulación genética es lo que más rápidamente puede suplir los mercados de los países hambrientos. Dicho así, parece que sería la solución, pero ¿cuáles serían las consecuencias?, ¿acaso el problema es simplemente producir?, ¿es importar alimentos de los países ricos?, ¿son los transgénicos la panacea?.

LOS TRANSGENICOS Y LAS ESPECIES. Con frecuencia vemos escritos sobre ventajas y desventajas de los transgénicos. Efectivamente se menciona entre las ventajas, la de incidir de manera determinante en la mitigación del hambre mundial. Pero ¿cuántos y cuáles serán los que tendrán el monopolio de la producción de los genes que modificarán a las especies animal y vegetal?. No cabe duda alguna que un grupo que no llega a cinco tendrá en sus manos la suerte alimentaria del planeta.

     Se habla de ventajas, pero algunas de ellas pueden tornarnse en desventajas por causas, por ejemplo, de mutaciones imprevistas, eliminación de especies beneficiosas para el equilibrio ecológico, eliminar enfermedades en una especie, pero crear nuevas en otras, Etc. De este peligro no escapa la especie humana, llamada a ingerir alimentos genéticamente alterados y tratados con insecticidas también especialmente creados para combatir insectos y enfermedades en las plantas.

Véase Falsas las "ventajas" de los transgénicos.

LOS TRANSGENICOS Y LA TIERRA. Lo más grave que puede ocurrir, es el daño irreparable que se le hace a los suelos, subsuelos, aguas subterráneas y microorganismos indispensables para la productividad, fertilidad y rendimiento de la tierra destinada a la agricultura. Basta decir que un terreno sembrado de un rubro transgénico, digamos, por ejemplo, caña de azúcar, no podría ser usado para producir otro rubro aunque éste sea también transgénico; mucho menos se podría producir un rubro convencional. Esto es así, porque la introducción de abonos, plaguicidas, dañan la composición natural de la tierra; mata los microorganismos y las aguas de lluvias conducen hacia las aguas subterráneas esos elementos nocivos, por lo tanto, ninguna planta convencional puede producirse en un suelo ya extraño para ella.

     En el caso de la tenencia de la tierra, los campesinos que se resistan a vender sus propiedades, que por disponer de algún capital para producir con semillas transgénica;  ilusionados por la facilidad de los cultivos y la apariencia de los productos, la desilución no se hará esperar: verá que sus costos irán en aumento, que quedará atado al cultivo obligado de un rubro, que no podrá probar con otros suplidores de semillas, insecticidas y demás insumos. Se verán obligados a vender, lo cual concentrará aún más las tierras en menos manos.

¿Y QUE HARAN LOS GOBIERNOS?

     Simplemente cobrar impuestos, construír infraestructuras para los terratenientes mover sus productos y los campesinos auténticos serán cosa del pasado. El hambre seguirá después del 2015 y no sabemos qué hará entonces la ONU y sus objetivos del milenio. Pero los cambios no se dan por inercia, sino por la lucha por la subsistencia. No hay dudas que los gobiernos tendrán que enfrentar grandes protestas, ante la tozudez neo liberal de desentenderse de la actividad económica y dejarla en manos de los grandes empresarios industriales y financieros, nacionales y transnacionales.

¡QUE ESTO NOS AGARRE CONFESADOS!

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